La Orquestra de Frautas de Galicia sobre el escenario de Fingoi.
Desapareció el escenario...
El programa constaba de una sola obra, el cuento musical "Músicas del Mundo" de Jose Miguel Molina, pero desde el primer momento del concierto se percibió que iba a pasar algo diferente. Y desaparecíó el escenario. Cuando estabamos esperabando que comenzara el concierto, oímos una voz cautivadora y cercana, ésta voz nos empezó a hablar sobre una niña, "Anita", sí seguro, dijo Anita. Aquella voz calló y un movimiento vivaz de unas manos reclamó mi atención, a aquel movimiento respondió una música trepidante y desapareció el escenario. Aquella voz que poco antes había oído, volvió a vibrar; ahora me habla de los sueños de Anita mientras me mecía una melodía que me recordaba una nana. ¿Dónde estaban aquellas personas que al principio estaban sentados en aquellas frías butacas naranjas?, y desapareció el escenario. Ahora aquella voz nos hablaba de Beethoven pero yo no conseguía desviar mi atención de aquel sonido tan grave, que juraría que es una flauta pero..., que tontería, es imposible. En la última fila, aquel niño, Andrés, movía rítmicamente la cabeza, y eso fue lo último que recuerdo antes de que desapareciera el escenario. Aquella gente, que antes estaba distante, ahora estaba entre nosotros o nosotros estabamos entre ellos y el escenario había desaparecido. Ahora, sorprendentemente ya no oía el sonido sino que sentía su tacto y su presión, la música pesaba y yo empecé a jugar con ella, a moverla. Volví a cruzar la mirada con aquella cara amiga que ahora aparecía sentada a mi lado, no, era yo el que me había sentado a su lado. Aquella voz que ante había sonaba cautivadora ahora se había vuelto exaltada y se deslizaba por encima de la música; podía distinguir un clarinete bajo, también reconocía unos sonidos agudos que pretendían imponerse, el rítmo se aceleraba, mi corazón decidió acatar el pulso incesante; aquel viejo sonido grave insistía en seguir disfrazándose de flauta, mientras varias melodías jugaban como cachorrillos, las manos aleteaban nerviosas sobre mi cabeza cada vez más rápido y aquella enorme burbuja de sonido explotó sobre un sonoro ruido de aplausos que consiguió devolver paulatinamente aquel escenario que había desaparecido.
Aún es hoy el día en que cuando recuerdo aquel concierto, no puedo discernir si yo estuve tocando o yo era parte del público; incluso he llegado a creer que yo era aquella voz que hablaba de Anita, pero lo que sí recuerdo, es que no fui capaz de contener una sonrisa cuando al día siguiente de aquel concierto leí en el periódico aquel titular que acompañaba aquella foto de la sección de cultura y que decía:
"La Orquesta de Frautas de Galicia sobre el escenario de Fingoi"
Crónica fantasiosa, desmesurada pero sentida sobre el último concierto de la OFG.
7 comentarios:
...y, por supuesto, compartida. Genial la crónica, Pablo. Muchas gracias.
Espero que no abandones la Orquesta de Flautas de Galicia para integrarte en un "Taller de creadores literarios del noroeste" o acaso en un "Laboratorio de confección de carteles publicitarios impactantes".
Está claro que imaginación no te falta para ninguna de estas cosas.
Excelente crónica. Felicidades. Y gracias!
Robert Schumann afirmaba que la primera cualidad de la interpretación es la precisión. Pues de precisión estuvo llena la música que produjeron esos estupendos tubos sonoros que forman la OFG. Precisión en todos los aspectos, precisión en la expresión...
Felicidades a todos!
...y hermosa la narración.
El concierto tuvo que ser genial si inspiró esta preciosa crónica...
Una alegría para los sentidos. Se podía, no sólo escuchar la narración sino verla, olerla y casi tocarla. Podría uno describir el verdor de la aldea irlandesa, la algarabía de la boda en el barrio judío, la luminosidad ígnea del cielo inca,...la plegaria en los campos de algodón. La flauta sonó, en todas sus variantes como un canal excelente para la poesía. Felicidades a todos y a todas.
yo lo que ví al cerrar los ojos fue a Anita corriendo por un frondoso bosque, bordeando un pequeño riachuelo ,y saltando sobre la hierba fresca,perseguida por la música de una Orquesta de flautas que la persigue incesante con su música mágica, llegan por fin a un pequeño molino de piedra y alli se unen todos a una celebración y acaban bailando todos para celebrar el bautizo de otra niña ,a la que pusieron de nombre Olivia.
La madrina.
Congratulations!
Que los sueños de Anita, los tuyos, y los de la fantástica Orquesta de Flautas se sigan cumpliendo como hasta ahora... y que sigáis soñando cosas tan bien hechas.
Gracias por el concierto y por la crónica... un placer :)
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