Es esta es una crónica fantasiosa sobre el concierto ofrecido por la Orquestra de Frautas de Galicia el pasado sábado 23 de mayo de 2015 en Lugo. Como en otras ocasiones anteriores (ver link), he escrito un relato que mezcla la realidad con la fantasía. Espero que os guste.
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"Crónica de un atril"
por Pablo Coria
Momentos antes del concierto nuestro joven atril recordaba las palabras de su madre: "lo más importante es que te estés quieto". También veía a su padre diciéndole aquella broma familiar de "Espero que estés a la altura", que era un juego de palabras que hacía referencia a su función de variar su altura según la estatura del intérprete.
Pues bien, atril ya estaba en el escenario. Fue entonces cuando escuchó a aquel hombre, que se autopresentó como "Salva", decir aquello de que el concierto duraría una hora como era habitual todos los años. Esto supuso un alivio para atril que pensó que ese tiempo lo podría "soportar" sin problemas. Al fin y al cabo, a sus parientes ingleses les llamaban "music stand", lo cual significaba soportar y que aludía a la dura naturaleza de su trabajo. ¡Un autentico "stand", como él, podía soportar una hora o lo que hiciera falta!
Y el concierto comenzó. Cuando empezó a sonar la primera música, atril se encontraba totalmente relajado a la vez que desocupado detrás de aquel tal Lucas de pelo negro rizo y flauta plateada.
Atril estaba disfrutando de aquella bonita melodía de Beethoven, que había sido la banda sonora de "Érase una vez un atril". Recordaba muy bien aquella serie de dibujos que explica los orígenes y la historia de los atriles. El primer capítulo era uno de los que más le había gustado, ya que explicaba cosas muy interesantes como que "atril" venía de "lectorile" que a su vez venía de lector. En posteriores capítulos, había aprendido curiosidades de sus antepasados como que cuando un atril grande es de cuatro caras se llama "fascitol". También había aprendido sobre las distintas razas de su especie. Que si de metal, que si metacrilato, de madera, plegable, de mesa, rígido, que el que va en el propio instrumento para los pasacalles, etc. En fin, "Érase una vez un atril" era una buena serie que le había enseñado mucho y que además tenía una preciosa música que ahora estaba escuchando en directo tocada por un montón de flautas.
Su sorpresa fue que después de unos vivos aplausos, alguien lo cogió y atril se vio de repente en el centro del escenario. Vaya, por fin había llegado su momento. Es verdad que la gente parecía mirar más a aquella chica de pelo corto que estaba de pie delante de atril que al fantástico lectorile debutante. La chica, a la que llamaban Carmen, empezó a apretarle su tuerca central de un modo innecesario y abusivo. Este hecho le trajo a la memoria lo que le habían explicado en el cole de atriles: "normalmente los solistas, aunque nosotros estemos perfectamente ajustados, tienen la mala costumbre de apretarnos nuestra tuerca central en una clara demostración de envidia hacia nuestro papel protagonista en los conciertos".
Y aquí estaba, nuestro imberbe atril, reconociéndose a si mismo que lo que había aprendido en el cole parecía finalmente servir para algo. Así que atril, con su tuerca que casi no le dejaba respirar, empezó su trabajo. Mientras sujetaba las partituras estoicamente, oyó una bella música que se le hacía muy conocida aunque no conseguía recordar su nombre. Atril, conmovido profundamente por aquella bella música, fue en ese momento consciente de que aquel era el momento más importante e irrepetible de su carrera: su debut. Así que, embargado por la emoción, no pudo evitar el que se le escapara "una furtiva lágrima".
No se había recuperado todavía anímicamente, cuando llego aquella otra chica rubia de pelo largo. La chica le puso decididamente una partitura encima que decía algo así como "Tereman" o "Telemann". El caso, es que aquella chica empezó a tocar con la orquesta un movimiento musical rápido e intenso. A aquello le siguió un tiempo lento melodioso y por último nuevamente un tiempo rápido que a atril le recordó a las gigas que bailaban sus primos italianos. Durante todo ese tiempo, atril pudo ver como la gente miraba y escuchaba disfrutando. Atril se sentía muy satisfecho, se notaba que aquel era un público muy experto y que estaban valorando lo quieto que él era capaz de estar durante toda la actuación y no como aquella Uxía rubia que no era capaz de estar quieta mientras tocaba el tal "Tedemann". Atril sintió que estaba triunfando.
El conflicto surgió a continuación, cuando otro atril mucho más viejo y un poco destartalado vino a compartir el escenario con él. El otro atril le susurró que es que ahora iba a sonar una música que había compuesto un tal Vivaldi para "dos atriles solistas". Atril tuvo que reconocer que a pesar de tener que compartir su espacio recién conquistado, merecía la pena a cambio de oír una música tan delicada, dialogante y tan bien interpretada por aquellas chicas con "A" de atril: Alba y Ángela.
A continuación, atril fue desplazado del centro del escenario y supo que tendría que hacer otro tipo de trabajo. Ahora era el momento en el que atril tenía que demostrar su habilidad para adaptarse a diferentes alturas. Fue así como en un santiamén y con la pequeña ayuda de una tal Laura, atril aflojo con seguridad sus tuercas centrales y superior. A continuación, con gran suavidad y pericia, metió uno de sus ejes dentro del otro y en un momento atril parecía su hermano menor. Finalmente, atril extendió un poco sus tres preciosas patas e incluso se permitió, no sin cierta afectación, extender una de sus varillas para ofrecer una mayor superficie a las partituras. Ni un cisne en el más bello de los estanques habría cautivado tanto al público con semejante exhibición de elegancia, delicadeza y profesionalidad
Pues bien, ahora atril estaba actuando en su posición baja para adaptarse a la altura de aquella flautista que ahora estaba tocando sentada. En casa estarán orgullosos cuando cuente todo esto, barruntaba atril. La música que obligo a atril a tomar esta posición más baja, era de un tal Boccherini. La verdad es que la música de Boccherini resultaba muy rítmica y a atril le costó no marcar el pulso con sus preciosos pies plateados calzados con aquellos elegantes zapatitos negros que parecían de charol. Afortunadamente, el tal Boccherini cambió el carácter de su música con un segundo movimiento titulado "amoroso". Aquello si que no iba a afectar a atril ya que no figuraba en la lista de contactos de Cupido.
Por entonces, atril estaba disfrutando plenamente de aquel estupendo concierto. Pero fue entonces, cuando sucedió algo inesperado. Una tal María se empeñó en echar hacia atrás su silla con la disculpa de que ahora tenía que hacer de solista en un pieza de Debussy. Así, el bueno de atril sintió como era injustamente desplazado y finalmente golpeado. Atril recibió un impacto que le dio de pleno en su esplendida pantalla y lo empujo violentamente. Atril a penas tuvo tiempo a reaccionar. Pero ahí estaban su instinto y su casta. Con una agilidad sorprendente, atril recompuso su desplazado centro de gravedad y centro todos sus esfuerzos en evitar lo más humillante; que sus partituras cayesen al suelo. Para ello aprovechó el propio tambaleo y echándose hacia atrás, sostuvo con firmeza las partituras. A su vez minimizó la vibración para evitar que pudieran escurrirse. Felizmente, para cuando la flautista a su cargo quiso reaccionar, atril ya tenía la situación controlada e intentaba acabar de recomponer su compostura. A continuación, sonó aquella música llamada "En bateau" que el sintió que era como una especie de himno y homenaje en su honor. Bien es verdad, que una parte importante de aquella música llamada "impresionista" salía de la flauta de aquella tal María que casi había arruinado su debut pero que por otro lado había provocado un incidente que le había dado la oportunidad de demostrar su autentica valía. María tocaba con una diversidad de sonidos preciosos, y la orquesta de atriles parecía que de repente se hubiese cambiado por otra con una sonoridad diferente. Aún así, a atril lo que le valía era ver la cara de aquellos cuatro niños sentados en la primera fila: Jorge, Juan, Andrés y Olalla que no dejaban de mirar a atril con cara de fascinación.
Debussy acabó y llegó la música de otro bípedo ilustre: Mozart. Atril había escuchado a toda su familia hablar de la música de aquel tal Mozart que había sido conocido por los atriles de toda Europa. En esta música, Salva ahora era el solista. La verdad es que la maestría con la que tocaba el tal Salva, demostraba que también había recibido una exquisita formación de muchos atriles en infinidad de sitios.
La música acabó y parecía que también el concierto. Los flautistas quisieron competir con atril y demostrar al público que ellos también eran capaces de variar su altura. Durante unos minutos, secundados por aplausos, los flautistas se fueron turnando en ponerse de pie y sentarse hasta finalmente ponerse todos simultáneamente en pie.
Lo que siguió a aquello, fue que todos se volvieron a sentar y en esta ocasión uno de los flautistas se puso de pie y empezó a hablar de una canción llamada Misty. Aquel flautista decía que si "Misty" era un standard, que si ya la habían tocado muchos de los otros flautistas, que si se podía ver en el blog OFG, que si iban a tocar ahora de propina un arreglo de esta canción hecho por él mismo...¡paparruchas!. Estaba claro que la presencia de atril, les estaba obligando a aquellos pobres flautistas a hacer lo imposible para intentar captar la atención del público. La música empezó y atril se dio cuenta de que era una de esas músicas llamadas jazz. Era una de esas música que se tocaban sin atriles porque los músicos decían que se la sabían de memoria y que además improvisaban. Qué despropósito, ¡una música sin atriles!. El público, al acabar la pieza, premio con unos aplausos esta versión civilizada que si incluía atriles.
Atril creía haber acabado su trabajo cuando nuevamente el director, anunció que que iban a tocar una segunda propina: una música de Macedonia. La música arrancó trepidante y parecía un homenaje a bípedos y trípedos por su ritmo cambiante de acentuaciones de tres y dos. También es verdad que en esta ocasión a atril le costó nuevamente no coquetear con aquel ritmo vivaz y marcar el pulso. Pero definitivamente atril no estaba dispuesto a estropear su intachable actuación al final de todo.
El concierto finalmente terminó a la hora prometida por el director y llegó el momento de las felicitaciones. Atril sintió la felicitación cómplice y sincera de todos sus hermanos, la de los flautistas y la del público. Al final, aquella había sido una experiencia genial y fascinante. Atril se sonreía satisfecho y orgulloso pensando que pertenecía a la mejor especie del mundo. Además se veía dando innumerables conciertos como aquel el resto de su vida.
Llegada la noche, atril ya estaba descansando en su funda y rememorando las imágenes y sonidos de aquel, su primer concierto. Podía recordar perfectamente cada momento, cada sonido y cada imagen de aquel día. Además sentía que le acompañarían siempre en su memoria. Ya el sueño,y el cansancio le vencían y atril, medio dormido medio despierto, se vio a si mismo formulando un profundo deseo: "¡que mi próximo concierto sea otra vez con la Orquestra de Frautas de Galicia, por favor" y atril... se durmió.
Pablo Coria
A continuación, atril fue desplazado del centro del escenario y supo que tendría que hacer otro tipo de trabajo. Ahora era el momento en el que atril tenía que demostrar su habilidad para adaptarse a diferentes alturas. Fue así como en un santiamén y con la pequeña ayuda de una tal Laura, atril aflojo con seguridad sus tuercas centrales y superior. A continuación, con gran suavidad y pericia, metió uno de sus ejes dentro del otro y en un momento atril parecía su hermano menor. Finalmente, atril extendió un poco sus tres preciosas patas e incluso se permitió, no sin cierta afectación, extender una de sus varillas para ofrecer una mayor superficie a las partituras. Ni un cisne en el más bello de los estanques habría cautivado tanto al público con semejante exhibición de elegancia, delicadeza y profesionalidad
Pues bien, ahora atril estaba actuando en su posición baja para adaptarse a la altura de aquella flautista que ahora estaba tocando sentada. En casa estarán orgullosos cuando cuente todo esto, barruntaba atril. La música que obligo a atril a tomar esta posición más baja, era de un tal Boccherini. La verdad es que la música de Boccherini resultaba muy rítmica y a atril le costó no marcar el pulso con sus preciosos pies plateados calzados con aquellos elegantes zapatitos negros que parecían de charol. Afortunadamente, el tal Boccherini cambió el carácter de su música con un segundo movimiento titulado "amoroso". Aquello si que no iba a afectar a atril ya que no figuraba en la lista de contactos de Cupido.
Por entonces, atril estaba disfrutando plenamente de aquel estupendo concierto. Pero fue entonces, cuando sucedió algo inesperado. Una tal María se empeñó en echar hacia atrás su silla con la disculpa de que ahora tenía que hacer de solista en un pieza de Debussy. Así, el bueno de atril sintió como era injustamente desplazado y finalmente golpeado. Atril recibió un impacto que le dio de pleno en su esplendida pantalla y lo empujo violentamente. Atril a penas tuvo tiempo a reaccionar. Pero ahí estaban su instinto y su casta. Con una agilidad sorprendente, atril recompuso su desplazado centro de gravedad y centro todos sus esfuerzos en evitar lo más humillante; que sus partituras cayesen al suelo. Para ello aprovechó el propio tambaleo y echándose hacia atrás, sostuvo con firmeza las partituras. A su vez minimizó la vibración para evitar que pudieran escurrirse. Felizmente, para cuando la flautista a su cargo quiso reaccionar, atril ya tenía la situación controlada e intentaba acabar de recomponer su compostura. A continuación, sonó aquella música llamada "En bateau" que el sintió que era como una especie de himno y homenaje en su honor. Bien es verdad, que una parte importante de aquella música llamada "impresionista" salía de la flauta de aquella tal María que casi había arruinado su debut pero que por otro lado había provocado un incidente que le había dado la oportunidad de demostrar su autentica valía. María tocaba con una diversidad de sonidos preciosos, y la orquesta de atriles parecía que de repente se hubiese cambiado por otra con una sonoridad diferente. Aún así, a atril lo que le valía era ver la cara de aquellos cuatro niños sentados en la primera fila: Jorge, Juan, Andrés y Olalla que no dejaban de mirar a atril con cara de fascinación.
Debussy acabó y llegó la música de otro bípedo ilustre: Mozart. Atril había escuchado a toda su familia hablar de la música de aquel tal Mozart que había sido conocido por los atriles de toda Europa. En esta música, Salva ahora era el solista. La verdad es que la maestría con la que tocaba el tal Salva, demostraba que también había recibido una exquisita formación de muchos atriles en infinidad de sitios.
La música acabó y parecía que también el concierto. Los flautistas quisieron competir con atril y demostrar al público que ellos también eran capaces de variar su altura. Durante unos minutos, secundados por aplausos, los flautistas se fueron turnando en ponerse de pie y sentarse hasta finalmente ponerse todos simultáneamente en pie.
Lo que siguió a aquello, fue que todos se volvieron a sentar y en esta ocasión uno de los flautistas se puso de pie y empezó a hablar de una canción llamada Misty. Aquel flautista decía que si "Misty" era un standard, que si ya la habían tocado muchos de los otros flautistas, que si se podía ver en el blog OFG, que si iban a tocar ahora de propina un arreglo de esta canción hecho por él mismo...¡paparruchas!. Estaba claro que la presencia de atril, les estaba obligando a aquellos pobres flautistas a hacer lo imposible para intentar captar la atención del público. La música empezó y atril se dio cuenta de que era una de esas músicas llamadas jazz. Era una de esas música que se tocaban sin atriles porque los músicos decían que se la sabían de memoria y que además improvisaban. Qué despropósito, ¡una música sin atriles!. El público, al acabar la pieza, premio con unos aplausos esta versión civilizada que si incluía atriles.
Atril creía haber acabado su trabajo cuando nuevamente el director, anunció que que iban a tocar una segunda propina: una música de Macedonia. La música arrancó trepidante y parecía un homenaje a bípedos y trípedos por su ritmo cambiante de acentuaciones de tres y dos. También es verdad que en esta ocasión a atril le costó nuevamente no coquetear con aquel ritmo vivaz y marcar el pulso. Pero definitivamente atril no estaba dispuesto a estropear su intachable actuación al final de todo.
El concierto finalmente terminó a la hora prometida por el director y llegó el momento de las felicitaciones. Atril sintió la felicitación cómplice y sincera de todos sus hermanos, la de los flautistas y la del público. Al final, aquella había sido una experiencia genial y fascinante. Atril se sonreía satisfecho y orgulloso pensando que pertenecía a la mejor especie del mundo. Además se veía dando innumerables conciertos como aquel el resto de su vida.
Llegada la noche, atril ya estaba descansando en su funda y rememorando las imágenes y sonidos de aquel, su primer concierto. Podía recordar perfectamente cada momento, cada sonido y cada imagen de aquel día. Además sentía que le acompañarían siempre en su memoria. Ya el sueño,y el cansancio le vencían y atril, medio dormido medio despierto, se vio a si mismo formulando un profundo deseo: "¡que mi próximo concierto sea otra vez con la Orquestra de Frautas de Galicia, por favor" y atril... se durmió.
Pablo Coria
2 comentarios:
Estupenda crónica Pablo, siempre con una mirada de lo más original.
Los atriles del mundo te estarán de lo más agradecidos por esta mirada tan particular a su labor...
Y la OFG también... por tu labor!
Es maravilloso conocer las impresiones de Atril de primera mano.
La crónica del concierto en "La voz del Atril" ha sido maravillosa: loaba el hieratismo y saber estar del joven atril debutante, dejando claro que, a pesar de los esfuerzos de los flautistas, atril les eclipsó durante todo el concierto.
¡Es tal su talento e importancia musical! A pesar de que algunos "listillos" pretendan no necesitarlo, y aparecen sin él ante el público....¡todos sabemos que siempre lo usan en sus casas!
Pero este comentario no pretende ser una crítica a los músicos, cuya actuación ha sido impecable. Es solo que...¿Quién puede competir con un atril?
Fdo: La seguidora de los Alpes.
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