miércoles, 9 de diciembre de 2015

Margarita en la rueca: (VII) la historia de su composición

El lieder Gretchen am Spinnrade fue compuesto en el año 1814, cuando Schubert tenía 17 años. Es un lied escrito para soprano y piano y se considera el origen del lied. En concreto fue el 19 de octubre de 1814 cuando Schubert escribió Margarita en la rueca en un solo día. El texto es una poesía del Fausto de Goethe. 

Nos cuenta muy bien, Briggite Massin en su biografía sobre Schubert el momento de la vida del compositor en el que nació esta extraordinaría pieza. Decir como antecedente, que Schubert venía de tener un éxito rotundo con su estreno de la Misa en Fa, solamente tres días antes; el 16 de octubre.

A continuación transcribo parte del texto que escribe Brigitte Massinn en su libro sobre F. Schubert, que por otro lado, podéis leer en la Biblioteca del Conservatorio:
"La fuerza y la profundidad de Margarita en la rueca, la perfección alcanzada de golpe por un adolescente de diecisiete años son tales, que los musicólogos coinciden en remontar a la fecha de composición de Margarita en la rueca el verdadero lied.

Queda por determinar, en la medida de lo posible, por qué este fenómeno extraordinario se produce justamente en esta fecha en la vida de Schubert. La historia parece demasiado bella, con este resplandor genial coronando la primera revelación pública de un joven artista.

El contenido musical de Margarita en la rueca supera con creces, por la expresión de la tensión interior de un corazón víctima del amor, todo lo que se puede esperar de una persona tan joven como lo era Schubert en esta época, y parece evidente que esta obra es el fruto de un momento "privilegiado" en la vida de su autor.

Schubert, al que sus más amigos íntimos llamaron luego con frecuencia "el vidente", ha debido vivir de una manera excepcionalmente intensa esta semana de octubre de 1814. La puesta a punto de la ejecución de su Misa, la dirección de ésta ante su público que lo conoce tan bien, bastarían para explicar en un ser joven y sensible, educado hasta ahora en un colegio, un estado de excitación particular propicio a la creación de una obra que va más allá de las posibilidades actuales de su autor, una obra profética.

En estos días de octubre de 1814 se produce presumiblemente en el espíritu y el corazón de Schubert, en su estado psíquico, una amalgama entre la música y el descubrimiento del amor, en la que la gloria de su reciente éxito sólo interviene como elemento de excitación.

Hasta noviembre de 1813, Schubert ha vivido interno; el año escolar de 1814 ha transcurrido para él en un ambiente masculino. En agosto se encuentra por fin libre...algunas semanas más tarde comienzan los ensayos de la Misa en Fa. Y la parte de soprano solo, en lugar de ser cantada por un chiquillo de calzón corto (como sucedía entre los pequeños cantores de la Corte -el propio Schubert fue soprano-) he aquí que es confiada a una jovencita de dieciséis años a la que Schubert conoce hace mucho tiempo: Teresa Grob.

Es esta joven, algunos meses menor que el músico, la que va a seguir sus indicaciones durante las sesiones preparatorias, la que va a someterse a su inspiración creadora; pero, inversamente, es ella la que, bajo la dirección del autor, va a aparecer glorificada el domingo 16 de octubre, es ella la encargada de conducir la obra a la gloria.

Entre esto y hacer un mito de la heroína de esta ejecución, entre esto e imaginarse que se trata de amor, entre esto y empezar a amarla verdaderamente, no hay más que un paso, que Schubert da con facilidad. Y ello explica cómo, al término de la agotadora jornada del 16 de octubre, se encuentre con ánimo de componer un lied sobre "La joven venida del extranjero"; ello explica en qué estado, con qué fiebre emprende dos días más tarde la tarea de poner música al poema de Goethe...El resultado prueba por sí solo que la música ha sido compuesta en un estado de emoción muy particular.

Teresa Grob, nacida en 1798, era hija de un pequeño fabricante de tejidos que había venido a instalarse en el suburbio vienés de Liechental. Heinrich Grob, el padre, había fallecido ya en 1814, y la madre, que también se llamaba Teresa, seguía viviendo en el barrio con sus dos hijos explotando la pequeña fábrica situada cerca de la iglesia. Teresa, la mayor, se dedica a la música; tenía una hermosa voz de soprano; su hermano Heinrich, dos años más joven que ella, tocaba el violonchelo. Los Schubert y los Grob eran, pues, vecinos. Según cuenta el mismo Franz a su amigo Anton Holzapfel, conocía a Teresa Grob desde 1813. 

Ignaz, el hermano mayor, se había casado con la tía de Teresa, Wilhelmine, viuda del grabador de medallas Leopoldo Hollpein, lo que unió aún más los lazos entre los Grob y los Schubert. Parece, sin embargo, que Franz no prestó al principio una atención particular a Teresa; en cualquier caso, hasta el años 1815 no confía a su amigo Holzapfel, en una carta desgraciadamente perdida, su inclinación por Teresa Grob. No parece que ésta haya sido, incluso a los dieciséis y diecisiete años, particularmente bonita.

No era una belleza, pero estaba armoniosamente desarrollada, tenía un rostro redondo de una frescura infantil
                                                                          Recuerdos de Holzapfel

Ella cantaba el soprano solo, en una misa que yo había compuesto, maravillosamente y con un profundo sentimiento. No era arrebatadora, tenía la cara marcada por la viruela, pero era buena, profundamente buena
                                F. Schubert, según los recuerdos de A. Huttenrenner"    


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