domingo, 26 de diciembre de 2010

Flautista en el círculo de los caminos


"Erase una vez un flautista..."

Este verano pasado a nuestro director, Salvador Espasa, le robaron su preciada flauta que llevaba tocando 30 años. Al contrario que en otros casos tristes, su historia tuvo un final feliz y Eduardo (gracias eternas para él), le devolvió en una rotonda su flauta a Salva, después de haberla comprado en una tienda de segunda mano y después de haber investigado y averiguado su procedencia.

Esta historia aunque sucedió en verano, me pareció un cuento de navidad por lo que tiene de inusual y también por su final feliz. Me he atrevido a hacer un cuento, como los que invento para mis hijos, basado en la historia de la flauta. La única pretensión de esta historia es contaros algo curioso y finalmente bonito que le pasó a Salva y que me recuerda un viejo cuento.......


"Flautista en el círculo de los caminos"

Erase una vez un flautista que era reconocido como el mejor flautista del reino. Él dedicaba todo su tiempo a tocar su flauta de oro por todos los confines del territorio e incluso se cuenta, que las personas que le escuchaban vivían felices el resto de sus vidas. Pues bien, un día, como tantos otros, nuestro flautista cargó su flauta y sus pertenencias en un carruaje dispuesto a realizar uno de sus habituales viajes. Cuando el camino por fin le llevó a su destino, nuestro flautista se dio cuenta de que su flauta ¡no estaba en el carruaje; su flauta había sido robada!.

En este momento, flautista, (al que así llamaremos en esta historia) no podía dar crédito a lo que veían sus ojos. No sabía como podía haber sucedido, pero era verdad, su flauta no estaba allí.

Flautista no recordaba la última vez que había estado separado de su flauta, pero eso sin duda había pasado antes del reinado de las orcas y de la caída de los elfos.
Flautista se sintió morir, pero como era una persona con coraje se repuso y se decidió a actuar para recuperar su bien más valioso. A partir de ese momento, dedicó todos sus esfuerzos a anunciar por todo el reino que su flauta había sido robada: pegó carteles en cada uno de los árboles del bosque, escribió sobre las rocas de los caminos y comunicó la noticia a los pregoneros que la anunciaron por doquier; y se cuenta que incluso los lobos, durante aquellas noches, aullaban con una voz aflautada.

Los soles y las lunas siguieron pasando ajenos a la pena de flautista y una tarde cuando flautista ya parecía resignado a los designios de la diosa fortuna, vió una gran paloma blanca que se posaba en el alfeizar de su ventana. La paloma llevaba atada una nota que decía:"tengo tu flauta, vete al "círculo de los caminos" y la recuperaras". Flautista, se quedó atónito y no podía creer lo que estaba leyendo. Por fin después de leerlo otras diez veces más y de pellizcarse para asegurarse de que estaba despierto, flautista se dirigió al "círculo de los caminos", aquel lugar mágico por el que tantas veces había pasado con su flauta para llevar su música por el mundo.

En el "círculo de los caminos" los segundos pasaban mucho más despacio y los minutos parecían días, además flautista tuvo que ver llegar a mucha gente que irremediablemente también siempre se alejaba. Hasta que por fin, un carruaje se detuvo a lado del de flautista: de él se apeo un hombre que se presentó como "Eduardo". Eduardo le dijo a flautista: "tengo tu flauta de oro en mi carruaje". Flautista oyó las palabras resonar en su cabeza y no sabe en que momento empezó a caminar, pero si recuerda el momento en que adaptó sus pupilas para poder ver en el oscuro interior del carruaje y una luz dorada le cegó los ojos. A partir de este momento se confunde en su recuerdo la voz de Eduardo, el relato sobre cómo había encontrado su flauta en un mercado de otro poblado, cómo compró aquella flauta por unas pocas monedas para que acompañara a su colección de instrumentos y del momento más increíble en el que descubrió en aquella flauta de oro una marca de nacimiento que la hacía diferente de las demás.

Aún es hoy el día en que Eduardo, sigue creyendo que él había dejado la flauta dentro del estuche aquella noche; sin embargo, cuando aquella mañana se levantó, la flauta estaba fuera del estuche y una intensa luz del sol que entraba por la ventana iluminaba esplendorosamente aquella marca de nacimiento de la flauta que él no había visto hasta ese momento.

Flautista y Eduardo se hicieron amigos para siempre y Eduardo pudo aprender a tocar la flauta con el mejor flautista que había nacido. Flautista, por su parte, volvió a ser feliz y tocó y tocó por todos los confines del reino. De este modo, cada vez hizo feliz a más gente, aunque a pesar de viajar tanto, él siempre tuvo la sensación de no haber salido nunca del círculo de los caminos.

Después del paso de tanto tiempo, todavía hoy seguimos escuchando por las noches a los lobos aullar con una voz aflautada. Una voz aflautada que parece decirnos que nunca debemos perder la esperanza...ni la flauta.

Dedicado a Salva y a Eduardo

5 comentarios:

Henar dijo...

Precioso el cuento, Pablo!! y aún más sabiendo que hay una historia real detrás... espero que el 2011 venga cargado de finales felices :)
Disfruta de las vacaciones!!

Anónimo dijo...

Hermoso cuento. Porque hay personas que mantienen idilios con sus cosas más preciadas y extraviarlas suele ser catastrófico para ellas. Este debe ser el caso. Desde Granada !feliz año nuevo!

Anónimo dijo...

Genial, me suena como la aventura de una flauta, que fiel a su dueño, enseña su magia para despertar el interes de un corazon sensible que la devolviera a su dueño para felidad del mismo y de sus alumnos de musica.

Esperanza dijo...

Que lindo el cuento!!!.. Nunca habia leido un cuento asi :)..
cuidate mucho :).. y pasa por mi blog si quieres nomas :)
http://aunquedatiempo.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Pablo, no paras de sorprendernos! Muy bonita historia que me sugiere una moraleja para el año nuevo: "no compres instrumentos de origen desconocido, podrían ser robados"