La plantilla del Carnaval de los Animales
Por culpa de los que tan amable e imprudentemente me felicitasteis por mi primera crónica, me atrevo hoy con esta segunda crónica otra vez desmesurada y fantasiosa.
Ésta, pretende ser una crónica literaria y mágica de lo acontecimientos sucedidos antes, durante y después del concierto ofrecido por un grupo de profesores del Conservatorio Profesional de Música de Lugo en el Círculo de las Artes de la ciudad en junio de 2011.
En el programa del concierto figuraba una única obra:
Aquella noche el niño tardaba en dormirse más de lo habitual. El padre le repetía por enésima vez, "takitete, no; cla-ri-ne-te"; y el niño seguro de si mismo replicaba "takitete".
Casi al mismo tiempo, en otra casa otro padre le espetaba a su mujer, "hemión..,hoy el niño me ha dicho que quiere ser un hemión. Éste niño nuestro esta viendo demasiados dibujos...".
Al día siguiente del concierto, los alumnos de lenguaje musical casí se murieron del susto cuando su profesora entró en el aula y gritó con gran entusiasmo: "¡Señoras y señores!...".
De todas maneras, más extraña había sido la actitud de aquel profesor que por el pasillo del conservatorio le había llamado a su compañera: "elefante"; pero aún más extraña si cabe, había sido la sonrisa cómplice y amable que ésta le había devuelto a pesar de que le habían llamado "elefante".
Aunque bueno, puestos a hablar de cosas extrañas hablemos del percusionista que compartía gastos de viaje con aquel príncipe. El príncipe con aquel famoso zapatito de cristal buscando a aquella hermosa joven que había conocido antes de que el cuco cantara doce veces, y el percusionista por su parte, en pos de una lira que respondiera con la frecuencia adecuada al golpeo de su baqueta.
Lo que desde luego, sí era absolutamente normal, era lo que sucedía en aquel cajón desordenado de la mesilla de noche, en la que una naríz de payaso se pavoneaba ante el resto de los habitantes del cajón de que ella, y no otra, había dirigido una orquesta en el Círculo de las Artes.
Rememorando lo acaecido aquellos días, viene a nuestra mente aquella futura mamá de la segunda fila, que descubría unas sensaciones totalmente nuevas, mientras que aquella naríz de payaso dirigía la orquesta a la vez que miraba con desdén a aquellas narices humanas que pretendían hacer por un día lo que era habitualmente su trabajo.
Los analístas de google los días posteriores al concierto revisaban las configuraciones de su buscador porque algo debía estar fallando cuando la palabra más buscada era "hemión".
Entre lo eventos de aquellos días fue especial el primer ensayo cuando todos miraban con poca confianza a aquel fósil disfrazado de marimba que habían invitado para hacer la parte musical más rítmica y vibrante de todas...hasta que empezó a sonar, y llegó el rítmo. Todos sentimos que nuestros huesos reconocían aquella voz hermana y que se sumaban entusiastamente a aquel baile impetuoso y decidido de aquel viejo fósil ¡tan vivo!
Uno de los ensayos más curiosos sin duda, fue aquel jueves en el que la música no sonaba. El director para ver que pasaba llamó a todos los animales a formar, y allí se pusieron en fila el león, el elefante, el canguro y después de comprobar que todos estaban, se reanudó el ensayo. Nuevamente aquel día la música seguía sin sonar y se tuvo que repetir el recuento, pero la música seguía siendo diferente. Fue aquel día cuando la naríz de payaso se ganó su puesto en la tarima de director por decir: "es que hoy falta ese violín grande". Todos los animales dijeron al unísono: "es verdad hoy falta la viola".
Una suceso que sí podemos asegurar que ocurrió antes y después, acaeció no lejos de allí, cuando uno de los pianistas, reponía como todos los lunes las pilas de su metrónomo.
Yo por mi parte, seguiré recordando con cariño aquella discusión entre las dos grandes y suntuosas arañas (lámparas) que colgaban del techo del Salón Regio, sobre si aquel cisne que acababan de ver y oír superaba o no al más bello cisne que hasta la fecha más les había emocionado; el inolvidable cisne del año 1916.
Para otros, la historia más enternecedora había sido la de aquel micrófono inalámbrico que cansado de hablarle a la gente de política, de la crisis y temas aburridos; el día del concierto les había contado una historia asombrosa sobre instumentos y animales. Fue a partir de aquel lunes de junio, cuando curiosamente cada vez que pretendían usar aquel micrófono inalámbrico, éste siempre hacía un ruido que impedía oír bien y tenían que recurrir invariablemente a su padre, el viejo y serio micrófono del cable.
Lejos de allí, una profesora de primaria, días antes del concierto le había dado una máscara de papageno a su hija, la cual días después le devolvería a su madre una cabeza de pájaro.
Pero no hubo nada realmente más extraordinario, que lo que le sucedió durante aquel Concierto del Carnaval de los Animales a aquel ilustre cuco, que había sido encargado de cantar las doce horas durante el baile de su alteza el príncipe y que ahora vivía en el Salón del Círculo de las Artes. Éste cuco, acostumbrado a oír las más bellas voces, se quedó prendado durante el concierto de la voz de otro cuco. Este misterioso cuco tenía la voz más asombrosa que él jamás había oído. Así el cuco palaciego se sumó a la búsqueda general de aquel canto de cuco que se produjo durante el concierto. En su búsqueda frenética se encontró con canguros, elefantes, pájaros, peces, leones, pianistas, gallinas, gallos y hasta con un niño pequeño que le cogía por la mano y que parecía querer decirle algo mientras le repetía insistentemente: "takitete". Desgraciadamente su infructuosa búsqueda no le permitió encontrar al cuco poseedor de aquella maravillosa voz.
Muchos años después de aquel concierto memorable, todo el mundo se había acostumbrado a aquel cuco que antes de cada concierto miraba debajo de todas las sillas y ya nadie le daba importancia a que las lámparas discutieran acaloradamente en los descansos de los conciertos sobre "si mejor 1916 o 2011".
Un dato técnico que es obligado mencionar es el hecho de que cuando conectamos el "disfrutrómetro" resultó que mostraba que los que más habían disfrutado ese día habían sido ¡los pianistas!. Ellos se justificaron diciendo que era la primera vez que habían podido tocar con dos pianos de verdad simultáneamente, que además nunca habían podido disfrutar de tocar en un grupo tan numeroso y que además increíblemente después de estudiar tanto, por una vez, ¡en el momento del concierto en el que peor tocaron fue el momento en el que más les aplaudieron y más risas hubo!.
El padre ...entró silenciosamente en la habitación para comprobar que su niño dormía. Le dió un beso en la mejilla a su hijo dormido, mientras le susurraba al oído: "takitete hijo, takitete".
¡Ah, es verdad! me olvidaba.;¿Que quién soy yo?. Pues sencillamente uno de aquellos personajes que estuvo en aquel concierto inolvidable, pero perdonad... porque como siempre, me tengo que ir... ¡volando!.
3 comentarios:
VIVE SARAMAGO????
Tendré el privilegio, entonces, de abrir los comentarios a tu crónica, aunque, eso sí, seré mucho más breve y menos elocuente, me temo. No es extraño que llenes tus palabras de imaginación y metáforas, porque la broma que gastó en su día Saint-Saëns al mundo musical no es para menos. Es una experiencia inolvidable escuchar, por primera vez, el "Carnaval" en vivo y trae, como al vuelo, muchos recuerdos de infancia...Todos podemos reconocer en esta obra momentos escuchados en pedazos de algún episodio de dibujos animados, en sintonías de la radio, de la televisión..., no es difícil haber escuchado algún "Acuario",y por supuesto el archiconocido "Cisne".... Lo espectacular es poder retomar todos los retazos melódicos y armónicos y coser con ellos, y el hilo del tiempo, un maravilloso abrigo bajo el cual se cobijen nuestras emociones. Felicidades a todas y a todos los que hicisteis posible robarle horas al pasatiempo y ofrecernos una tarde de fantasía y música.
Interjección usada para expresar aplauso: bravo!!
Usada también repetida: bravo!! bravo!!!
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