Hoy os traigo un nuevo cuento que he escrito a modo de felicitación de año nuevo para todos los miembros de la OFG, flautistas, simpatizantes, amigos y todas aquellas personas que lean nuestro blog.
El cuento se titula "Once uvas" y espero que os guste.
¡Feliz año 2012!
Once uvas
Sólo faltaban cinco minutos para las 12 de la noche y sólo tenía 11 uvas. Ya eran
muchos los años en los que en su plato hubiera 12 uvas, pero por
primera vez en su vida aquella nochevieja sólo tenía 11 uvas. El
resto estaba todo en su sito: los villancicos sonaban, el árbol de
navidad lucía espléndido, los turrones rivalizaban por atraer la
atención sobre aquella bandeja de plata y la televisión mostraba el
campanario de la Puerta del Sol. Todo estaba en su sitio menos
aquella uva que había desertado de su privilegiado momento del año.
Este año hasta la flauta estaba preparada para tocar sus villancicos
e incluso el confeti y las serpentinas ocupaban un lugar estratégico
en la mesa. Sí, todo estaba en su sitio menos aquella uva
desaparecida...
Mientras seguía
pensando intentando desvelar el misterio de la disidente de la
docena, los cuartos hicieron su aparición y en más de un hogar se
empezaron a comer apresuradamente las doce uvas; pero no había duda:
eran los cuartos. Bueno de todas formas, la situación ya era
irremediable: once no son doce.
El reloj de la
Puerta del Sol, ajeno a aquella tragedia, empezó a despedir el año
viejo y a dar la bienvenida al año nuevo; a pesar de lo inexorable
de la situación, el reflejo-condicionado creado durante tantas
nocheviejas, provocó que la mano empezara a coger las uvas del plato
a pesar de ser una batalla perdida...siete, ocho,...malditas
pepitas,...nueve, diez, once..y.. ¡doce!.
¡No podía
ser!, la familia se abalanzaba para besarse, todo era alegría, pero
¿doce?,. Sin duda se tenía que haber equivocado al contar pero por
otro lado había contado más de diez veces y estaba absolutamente
seguro de que eran once. El mundo seguía celebrando la llegada del
nuevo año, las serpentinas volaban, el confeti llovía y se escondía
en lugares que sabía inaccesibles al aspirador, el champan explotaba
y se desbordaba, la flauta empezaba su cantar y la cámara de vídeo
grababa aquellas imágenes que nadie nunca vería; todo estaba en su
sitio, todo menos aquella dichosa uva. La noche siguió su curso en el que la felicidad rivalizaba con la nostalgia y la cabeza seguía
intentando resolver aquel extraño acontecimiento, mientras los dedos
bailaban sobre la flauta.
La noche dio
paso a la mañana y la mañana pasó a la tarde y la tarde dio paso
al siguiente día, que después de juntarse con otros seis
completaron la semana y no pararon hasta reunirse con otras semanas
que trajeron un mes. Ya la nochevieja quedaba muy atrás y por fin
había llegado el primer ensayo de la Orquestra de Frautas de Galicia
del nuevo año. Al comienzo del ensayo, una sonrisa iluminó su cara
al descubrir confeti en el fondo de aquel estuche de la flauta baja;
pero la sorpresa fue mayúscula cuando al sacar la flauta descubrió
una uva que parecía brillar más que una perla. Aquella uva parecía
tener vida e incluso diría que había oído una campanada. No supo el
porqué, pero al descubrir aquella uva, sintió que su felicidad por
fin era completa y aquel día sus dedos, alimentados por un soplido
eufórico, bailaron como nunca sobre su flauta.
Durante la
nochevieja del año siguiente, una extraña tranquilidad
le invadió mientras sonaban los cuartos y contemplaba atentamente
aquel plato en el que solamente había.... once uvas.
Por Pablo Coria
1 comentario:
Un cuento muy bonito y mágico. Feliz año a todos!
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